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El otro día me dejé caer por la frutería para comprar unas manzanas. Allí “el Peras” (el frutero, conocido así por vender unas sabrosas peras traídas de su pueblo) me sometió a unas preguntas. Y es que no se me ocurrió decirle que soy minero en lugar de informático.

Lo que le preocupaba al Peras, hombre de tecnologías modernas, era una reciente noticia sobre Telefónica. Y es que comentaron que las conexiones de banda ancha se debían cobrar por volumen de datos descargados en lugar de tener un precio fijo. Al frutero se le cayó el alma a los pies al enterarse ¿le iban a cobrar por hacer uso (legítimo) de p2p para bajarse la discografía de Bob Dylan y las canciones de los Lunnis para sus hijos?

Se me ocurrió explicarle lo absurdo de la situación mediante un pequeño símil:
- ¿Te acuerdas de cómo te fueron las vacaciones familiares? – le pregunté.

El Peras, a parte de ser un hombre de tecnología, es un hombre de fe, con todo lo que ello implica. Y el resultado de no usar jamás métodos anticonceptivos son seis niños y un montón de gastos a la hora de criarlos.

- Alquilaste una furgoneta para poder ir todos a la playa, ¿no? – continué mientras él asentía con la cabeza. – Pues imagínate si los de la empresa del alquiler decide cobrarte un plus por meter en ella a ocho personas.

- Eso no tiene sentido, si no quisiera llevar a tanta gente en ella, alquilaría un coche en lugar de una furgoneta.
- Pues eso mismo. La gente no paga por una conexión de banda ancha para no usarla: se contratan 4 megas para descargar, no para mirar para ellos. Por eso no tiene sentido que ahora nos vengan con esas.

Ya me encaminaba hacia la salida cuando me hizo otra pregunta sobre las compañías telefónicas. Resulta que una de ellas no publicita su número gratuito de asistencia al cliente para que en su lugar la gente llame a uno de pago. El Peras me preguntaba qué opinaba al respecto. En esta ocasión no tenía recursos estilísticos para contestarle.

- Dicen que en los números gratuitos hay muchas llamadas que poco tienen que ver con el servicio que ofrecen y que si las llamadas fueran de pago esto no ocurriría. Vamos, que las bondadosas compañías telefónicas mejoran así el servicio. – Llegados a este punto, el Peras me miraba con los ojos como platos. – Evidentemente no estoy de acuerdo con eso. Si tengo una avería (y no es precisamente culpa mía) me jode pagar una llamada de diez euros en la que paso más tiempo escuchando musiquitas de peor calidad que un midi – el frutero sonreía a pesar de no saber qué es un midi – que hablando con el técnico que se supone me solucionará el problema.
- Imagínate que provocan un error de conexión que afecta a diez mil personas de las cuales la mitad deciden llamar para ver qué pasa. Se llevarían un par de decenas de miles de euros en una mañana, ¿qué nos asegura que no nos vayan a hacer eso?

Una sonrisa se esbozó en mi cara mientras por mi mente pasaban unos cuantos conceptos: profesionalidad, imagen corporativa, calidad de servicio…

- Nada, Peras, nada.

por Val | 2.10.06 19:04 | comentarios (1) | menéame |