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Coleccionando Máquinas 1: Los maravillosos 80



Lo retro está de moda… la gente usa gafas de sol que le cubren media cara, las All-Star de Converse vuelven a ser un calzado de lo más común y los DVDs de series del año de la polka se venden como churros. El mundo del videojuego no es ajeno a ello: los emuladores están ahí desde hace ya mucho tiempo, Sony siempre apostó por la retrocompatibilidad en sus consolas, Microsoft tiene la plataforma XBox Live Arcade y Nintendo recupera ahora sus clásicos en la Virtual Console de la Wii.

Pero, ¿por qué la gente sigue jugando a los clásicos? Hay que hacer un repasillo por la historia para obtener la respuesta a esa pregunta.

Quedó molona la introducción, ¿eh? Esta serie de artículos que comienza hoy hablará sobre las máquinas de videojuegos y no de los propios juegos. Y a este primer artículo le toca las primeras, las clásicas, las que más me apasionan, pero, paradójicamente, de las que menos controlo. Espero que lo disfrutéis. Ala, al grano…

En los años cincuenta se crearon los primeros videojuegos (un tres en raya de 1952 y uno de tenis de mesa, el primero que permitía jugar a dobles, de 1958), pero el que da comienzo a la industria es el Pong (1972), un juego a dobles en el que manejas un palo que va de arriba abajo para evitar que un punto se pierda por ese extremo de la pantalla. Lo fabricaba Atari y se jugaba con un mando con una rueda (el movimiento del palo se hacía girando la rueda).

Posteriormente, y supongo que gracias a la popularidad del Pong, Atari creó la 2600 (1977), una de las primeras máquinas de videojuegos de la historia. Vendió a mares y yo nunca la probé…

Por otro lado, la gente jugaba con otras cosas. La popularidad de las máquinas LED (hechas con lucecitas), VFD (pantallas de display fluorescente) y LCD (pantalla de cristal líquido) iban en aumento. Eran juegos sencillos y extremadamente adictivos. Yo tuve dos VFD: un Space Invaders y el Defender (conservo tan sólo la última), juegos de esos que gastaban pilas a dolor porque no podías parar de jugar.

Pero eran más famosas las LCD. Muchas, muchísimas, marcas de juguetes se dedicaron a fabricar este tipo de aparatos. Yo tenía un par de ellas (en mi colección encontraréis una de futbol y otra de un elefantito) y recuerdo haber jugado en el recreo a otras (y eso que fue muchos años más tarde del boom). Las más populares entre estas máquinas eran las Game & Watch de Nintendo (de 1980 a 1991) y entre ellas, las más famosas eran las Multi Screen, las que se abrían como si fueran un libro y tenían dos pantallitas. La que más añoro es la del Donkey Kong (1982) y recuerdo haber jugado también al Mario Bros (1983). Y ya puestos, voy a nombrar otra que con el tiempo también se convirtió en todo un clásico: Zelda (1989).

Hoy en día se siguen fabricando algunas máquinas LCD, pero sólo encuentro versiones digitales del Sudoku. Y Nintendo, conocedor de la moda retro de la que hablo en el primer párrafo, acaba de reeditar algunas Game & Watch para los nostálgicos, pero como no son las originales no es lo mismo (es lo que tiene el frikismo).

Y llegó el PC. IBM lanza el 8086 en 1981 (como siempre digo, gran año). En ese momento no tuvo relevancia en el mundo de los videojuegos, puesto que el boom de los juegos de PC tardaría años en llegar. Pero que conste que yo he llegado a jugar en un 8086 (y en un 286, en un 386, tenía un 486, en un Pentium (incluso aquellos que no sabían sumar y restar), en… bueno, en casi todos).

Y entonces llegó el hombre. Alguno de vosotros se pondrá a repasar nombres de la historia de los videojuegos y quizás no acierte con la persona a la que me estoy refiriendo. Se trata de Clive Sinclair al que, siendo generoso, considero un 80% inventor majareta y un 20% visionario. Se sacó de la manga el ZX Spectrum (1982), un ordenador cutre, con unos gráficos muy por debajo de lo que ya había (8 colores, y además al acercar un objeto de un color a otro de un color distinto, se superponía un color sobre el otro), una calidad sonora bajita…

Sin embargo era también un ordenador barato, cosa que no estaba de moda en aquella época, debido principalmente a que no te venía con una pantalla (se enchufaba a la tele), a que en lugar del teclado típico usaba uno más barato hecho con membrana y las teclas eran de goma, y usaba casettes en lugar de cartuchos (lo que hacía que la máquina fuera altamente pirateable).

Fue todo un éxito, todo el mundo tenía el Spectrum. Jugar a videojuegos era sinónimo de cinco minutos de carga con rayas de colores y ruidos inconfundibles (era algo así como el ruido que hacían los modems pero más melodioso). Todos recordamos lo exasperantes que eran esos loadings: si las líneas no eran del grosor adecuado o si los ruidos no eran los correctos había que parar la cinta, rebobinarla, ajustar un poco el volumen, probar de nuevo y rezar si eres creyente. Pero cuando todo va bien… una fiesta.

Y qué juegos. Abu Simbel Profanation, Auf Wiedersehen Monty, Manic Miner… una pedazo colección de clásicos. Además, fue la verdadera época dorada del videojuego español, con varias compañías punteras como Dinamic Software (sí, esa que en los años 90 sólo hacía juegos de fútbol), Opera o Topo Soft.

Sir Clive Sinclair (lo de Sir no es coña) tuvo otras geniales ideas como un televisor portátil (me pregunto cómo se verían los juegos de Spectrum en él) y un minicoche eléctrico (usaba un motor de lavadora) de aspecto ridículo que casi lo llevan a la ruina.

Vale, ya he echado la lagrimita con mi viejo Spectrum. Sigamos.

El Commodore 64 (1983) fue el primer gran éxito en el campo de la informática de la compañía Commodore International. Y si os digo la verdad, no sé apenas nada de ella. Yo era feliz con mi Spectrum y no jugué nunca (y cuando digo nunca es nunca) en esa máquina. Pero si os sirve de algo os suelto un comentario friki: Peter Griffin, protagonista de Padre de Familia, tenía uno.

El MSX (1983) fue otro ordenador popular de la época. Al igual que el Spectrum, tenía un procesador Z80. Y no tengo mucho más que contar: jamás lo he jugado. En países como Japón era muy popular, de ahí que salieran para él títulos como Castlevania o Metal Gear. Y para los que pensábais que la PlayStation fue la primera máquina de Sony en el mercado: a parte de haber hecho colaboraciones con compañías como Nintendo, es el artífice de la MSX.

Commodore lanzó también el Amiga 500 (1987), una versión más barata y popular del Amiga 1000 (1985), que fue otro gran clásico del mundo videojueguil de los ochenta. La primera vez que pude jugar con él fue este mismo año. Adolfo tiene uno, y rememorar los clásicos fue todo detalle. Trabajaba con un sistema operativo gráfico manejado con ratón (y aún quedaban años para que eso se normalizase en el PC) y con disquetes de baja densidad (para aquellos demasiado jóvenes: los de alta densidad y los de baja densidad se diferenciaban en dos cosas: los primeros eran de 1,44 Mb y tenían un agujero a cada lado, mientras que los otros eran de 750Kb y tenían solo un agujero).

Bueno y esto es todo de momento. Hay otras máquinas de esa misma época y tan famosas como estas que he apartado intencionadamente para el próximo artículo. Y probablemente me condenaréis por haberme dejado otras en el tintero. En primer lugar, no puedo extender más esto, que ya es demasiado largo, y en segundo lugar, no soy Dios, no tengo todo el conocimiento.

Y para despedirme, otro frikismo: en un capítulo de Futurama, Fry se pregunta cómo sería su vida si fuera un videojuego. Y llega una invasión de extraterrestres al más puro estilo Space Invaders. Fry lucha contra ellos usando todos los trucos (disparando a través del escudo, por ejemplo), pero no era capaz de derrotar la última nave (hay que disparar a donde va a estar en lugar de donde está). Y ya puestos: Willie, el bedel del colegio de los Simpson, tiene los dedos atrofiados a causa de Space Invaders.


por Val | 13.10.06 12:05 | comentarios (4) | menéame |